Una cosa es el Barça y otra muy distinta los que mandan ahora o hace unos días en el club azulgrana. A Bartomeu y su directiva, como antes a Rosell, les ha dicho un juez que están mintiendo y que las mentiras tienen un coste, por el momento económico. Bartomeu ha pagado 13 millones y medio de euros como culpable, por faltar a la verdad. Si tan convencido está de su inocencia hubiera bastado con seguir adelante en su defensa sin depositar ni un euro. No discuto la legitimidad de su cargo, recogido en los estatutos del club, pero después de faltar reiteradamente a la verdad y engañar a los socios con las cifras del fichaje (¿habrá más?) debería mostrar su honradez y desapego al cargo convocando elecciones a la presidencia cuanto antes. Es un asunto de higiene personal y pública, por el bien de la masa social del Barça.
Es impresentable e inadmisible que Bartomeu tenga la desfachatez de decir que "Si Jordi Cases no hubiera puesto la denuncia, ahora no estaríamos aquí”. Me parece inaudito culpar a un socio de la “ingeniería negocial” de una mentira descubierta y demostrada como tal. Neymar no costó 57, 1 millones, va camino de los 100 y subiendo. El fútbol español, en especial el Barça y el Real Madrid, viven en la más absoluta inmunidad que les otorga su poder social y mediático. Nadie les exige claridad en sus cuentas, no hay control sobre sus movimientos económicos, los contratos son opacos, tienen bula administrativa, gestionan patrimonios como si fueran suyos y manejan las instituciones en su propio beneficio. Las casualidades de la vida y la prepotencia de Rosell han cambiado el cuento y ahora es Caperucita la que se ha comido al lobo.
Bartomeu y los suyos se declaran inocentes pero realizan una “autoliquidación complementaria” para "dar cobertura a eventuales interpretaciones que se puedan dar a todos los contratos firmados con motivo del fichaje del jugador Neymar". Supongo que el autor de este texto no será el mismo que escribió el guión del exitoso programa “Operación Palace” de Jordi Évole. Me temo que el final de la historia debe ser el mismo, una falsedad con visos de credibilidad. Nada es lo que parece y todos podemos vender contar la historia a nuestro antojo, hasta que alguien persigue la verdad y la encuentra.
El problema con el que se han encontrado Bartomeu, Rosell y sus directivos es que con el socio se puede jugar, ocultarle la verdad, incluso mentirle, pero al juez de la Audiencia Nacional, Pablo Ruz, no. El FC Barcelona está imputado por un presunto delito contra la Hacienda Pública, al sospechar que podría haber defraudado 9,1 millones de euros relacionados con los 37,9 millones abonados en los contratos con las empresas del entorno del futbolista en los ejercicios de 2011 y 2013.
El fútbol español necesita más jueces que le controlen.
