Cristiano Ronaldo es el futbolista que más información transmite con su cuerpo sobre un terreno de juego. Mirarle durante un partido es como estar viendo a un indio americano haciendo señales de humo, es como un folleto médico apostado en la sala de espera de un consultorio médico. A cada una de sus acciones o de sus omisiones siempre le acompaña su gesto correspondiente. Si lanza una falta a las nubes, la naturaleza nos recompensará la pérdida de dos palomas con la imagen del portugués mirando al césped, incluso tocándolo bruscamente con la mano en el punto donde estaba situado el balón como si unas briznas de hierba seca en el verde tapiz hubiesen propiciado el ocaso del lanzamiento y la lamentable pérdida de sendas aves. Si el delantero merengue pone en peligro la integridad física de los rivales situados en una barrera dentro del área, no es descartable que el gesto más expresivo de Cristiano sea levantar la mano reclamando penalti, incluso cuando el balón se haya estampado en la espalda del adversario.
Si en lugar de poner a las palomas en peligro de extinción, revienta el esférico contra un poste o contra el larguero, esperen un segundo porque la televisión nos deleitará con un primer plato del jugador emitiendo una sonrisa irónica. Como si el diablo hubiese decidido esa tarde desviar su mirada de áfrica para ocupar todos sus esfuerzos en joderle la tarde al portugués. Si el juez de línea levanta el banderín cuando ha fallado delante del portero, se dirigirá en la distancia hacia él volteando varias veces su mano derecha y tociendo sus labios apercibiéndole de la decisión milimétrica que ha tomado. Si encaja un gol o falla una ocasión clara con el repertorio de excusas agotado, contraerá los músculos de la cara como si pudiese romper a llorar en cualquier instante. Si habla con un compañero, se tapará la boca para que la televisión no le lea los labios, pero si un compañero le roba un lanzamiento de falta, pronunciará cada palabra con la misma contundencia bucal que usan los sordomudos para expresar impotencia. No solo no tapará sus palabras con sus manos sino que las usará en dirección al banquillo para recalcar con claridad que le han sisado el lanzamiento contra su propia voluntad.
Ronaldo es el rey del lenguaje no verbal, lo usa como si fuese un cordón umbilical invisible que le une con el aficionado. A estas alturas ya todos somos conscientes de lo que sucede en su interior, como si tuviese una mente transparente que nos envía información continua de porqué le suceden las cosas sobre el césped. Lo puedes ver rodando sobre el suelo como lo haría Tom Cruise en misión imposible evitando balas o lo puedes ver señalando su pecho y después al suelo indicando que él ha venido tras marcar un gol de penalti inexistente en el minuto noventa contra el Elche. Ojos entornados, miradas estáticas, labios posicionados y torso contraído podría servir para rodar cientos de anuncios publicitarios de las marcas más glamurosas tras sus acciones acertadas.
Una de las últimas comunicaciones que el departamento de prensa incrustado en su propio cuerpo ha emitido es que Cristiano Ronaldo está desencadenando actuaciones lamentables porque se haya renqueante de una lesión. Según se desprende de las últimas informaciones publicadas en los medios de comunicación, el crack portugués arrastra desde hace un mes molestias en su pierna izquierda. Curiosamente no se ha tenido constancia de tan lamentable problema hasta que Cristiano ha jugado dos partidos escondido en una banda y el propio futbolista ha tenido a bien deslizar unos centímetros la media que cubre su pierna izquierda en la justa medida para poder pasear el vendaje que tras ir perdiendo con el Sevilla lució bajo su rodilla. El Madrid cuajó una excelente actuación contra el Schalke 04 y tras marcar dos goles, el jugador portugués no consideró oportuno comunicar al aficionado con esa sutileza que le define sus molestias físicas. El Balón de Oro perdió un clásico reduciendo su actuación al lanzamiento de un penalti fuera del área que Undiano Mallenco llevó compresible al punto fatídico. Sin embargo la actuación del árbitro fue tan lamentable que el propio futbolista luso centró todas sus excusas en el colegiado, olvidándose incluso de sus dolorosísimas molestias. Pero todo cambió en Sevilla porque según parece los dolores en su pierna son tan grandes y determinantes que Ronaldo desatendió el glamur y la clase que le caracteriza en cuestiones estéticas combinando una venda blanca a ras de media azul.
