El lateral, roto en el clásico, se rehace en el derbi con metros por delante
Acabado el clásico, Alves elogió a su equipo e hizo autocrítica, disgustado por cómo había defendido las irrupciones de Di María y Bale, agujero explotado por Benzema en la definición. “Estoy contento por el resultado, no con mi juego”, dijo. De Cornellà, sin embargo, se marchó el sábado con una sonrisa, aspersor de balones y ganador del duelo ante el estático Simão.
Desde el área deportiva azulgrana escucharán este verano ofertas por Alves, ya que finaliza contrato en 2015 y Montoya está renovado. Desde el vestuario, sin embargo, entienden que el brasileño representa el fútbol de ataque del Barça, por más que en ocasiones genere desaguisados al no recuperar la posición. “Sube, sí, pero también baja”, le defiende Piqué. Algo descartado por las estadísticas, como evidenció el Madrid y reafirmó Pizzi en ese remate desatinado y sin oposición alguna. “Yo no recuerdo un lateral derecho mejor en la historia del Barcelona”, intercede Mascherano.
Acostumbra Alves a recibir críticas por sus centros, en ocasiones tuertos y estériles. Pero llega forzado a las posiciones concluyentes, le sobra velocidad y le falta frenada, y tiene que poner balones tensos porque no hay centímetros. Aunque frente al Espanyol estuvo bien, con seis centros en 18 minutos que no acabaron en gol porque Messi y Neymar no supieron ponerles el lazo. “Es un puñal, un todoterreno”, le elogia Piqué. Un surtidor que se obturó cuando el Espanyol adelantó las líneas y el Barça se refugió en Messi. Hasta que el 2 puso un balón que acabó con el penalti de Javi López y el gol de La Pulga.
Suma Alves 106 centros este año, seguido por Alexis (63) y Alba (35). No resulta extraño que el Barça sea el segundo equipo que menos balones cuelga (541), lejos del Athletic (904), líder en esta suerte. A Alves le quedan como máximo 13 partidos en este curso, algún error y muchos centros, quizá alguna asistencia de gol como las 64 que cuenta (53 ligueras y 11 europeas) desde que llegara. Un espacio criticado en lo defensivo por el aficionado y agradecido en lo ofensivo por el vestuario.
