Que más da el buen juego del Barça en los primeros 20 minutos. La lección de fútbol de Iniesta, la seguridad de Bartra, la fuerza de Song, los goles de Neymar, el triste partido de Cesc, el ver a Leo Messi pedirla al espacio como hacía tiempo que no pasaba, todo lo que sucedió en el campo quedó en segundo plano por la lesión de Valdés.
El partido terminó de verdad ahí. El Barça ya no jugó igual, el público se enfrió. Sí, se cerró con el segundo gol de Neymar que ponía el 3 a 0 en el marcador. Pero la lesión de Valdés rondaba en el ambiente. Nadie se lo podía quitar de la cabeza. Una lesión que en sí misma es una lección de vida.
En la jugada de la lesión de Valdés, el árbitro pitó inicialmente penalti por una mano de Adriano. La mano era metro y medio fuera. El linier le rectifica. Se pita la falta y ahí se lesionó. ¿Que hubiera pasado si se pita penalti? El resultado era 1 a 0, aunque el Barça llevaba 6 ocasiones clarísimas de gol.
La vida se va formando poco a poco por las pequeñas decisiones que se toman en momentos aparentemente intrascendentes. El destino, lo llaman algunos. Ese destino, esa consecuencia de pequeñas decisiones, han provocado que Valdés, en el momento de decir adiós al Barça, lo haga sin haber firmado por ningún, sin despedirse de su afición, que la última vez que lo habrá visto , sino pasa nada raro, habrá sido en una camilla llorando.
Lo trágico de la lesión no es que Pinto no merezca confianza. La tiene, toda y más. De hecho, su actuación hoy mismo fue espectacular. Pero Valdés ha hecho milagros en los momentos más importantes. Y se merecía la mejor despedida posible. No está. Después está su futuro.
Sin saber lo que ha previsto para su futuro, el club debe inmediatamente dejarle bien claro que aquí se le espera. Que se le ofrece la renovación, con las condiciones que se le ofrecieron en primera instancia y que rechazó. Los valors se demuestran así, no hablando, no en frases vacías ni gestos intrascendentes. Valdés lo merece.
No sabéis qué tristes nos hemos quedado!!!
