A pesar de que la presente temporada no será recordada por lo méritos de este Barça, el final de Liga está resultando ser una lucha constante de los hombres de Martino frente a todas y cada una de sus carencias. Con el escenario que se presentaba en el Martínez Valero, un Barça solvente como el que hemos conocido durante años, hubiera pasado por encima de un Elche que se ha crecido ante la impotencia de los azulgranas. El dominio del Barça en este encuentro puede haber sido similar al que hubiera llevado a cabo el equipo afinado y engrasado de años atrás, pero las ideas, la frescura, el compromiso y la dirección técnica del presente conjunto culé dejan en evidencia que cualquier parecido con el pasado es pura coincidencia. Fueron los errores de terceros los que nos devolvieron la vida hace apenas siete días, y han vuelto a ser los mismos factores los que han permitido que a día de hoy el Barça no haya dicho adiós a la Liga, un título que bajo mi humilde opinión merece mucho más un Atlético que ha sabido dejarse la piel partido tras partido, y que a día de hoy y con un presupuesto y una plantilla muy inferiores al FC Barcelona, siente la debilidad y la extenuación en el físico de sus jugadores.
Cuesta creer que los mismo hombres que se han mostrado incapaces de perforar la portería del Elche, vayan a poder batir a un equipo que no ha hincado la rodilla en ninguno de los cinco enfrentamientos directos de esta temporada, no obstante el mal momento que atraviesa el Atlético de Simeone, aporta un ápice de esperanza para los que aun creemos que este equipo puede intentar parecerse al de años anteriores, aunque solo sea por 90 minutos.
La agonía de la que somos espectadores este final de temporada no solo la sufren Atlético y Barça, el Real Madrid de Cristiano, Bale, Ancelotti y compañía ha tirado la liga y tiene todos los números para terminar el campeonato como tercer clasificado, fracaso estrepitoso que tan solo puede subsanar la llegada de “la decima”. Podemos imaginar que cualquier aficionado blanco hubiera firmado la situación que vive el madridismo, pues la disputa de una final de Champions puede distorsionar la realidad, pero si la suerte es esquiva con los intereses madridistas en Lisboa, en verano también rodarán cabezas en la capital.
Dentro de 15 días saldremos de dudas respecto a muchas cosas, la Liga y la Champions tendrán dueño, y uno de los posibles desenlaces de la historia se habrá consumado. El final soñado por todo aficionado azulgrana no es otro que una victoria culé frente al Atlético y una derrota merengue en Lisboa a manos de su vecino pobre, algo que permitiría al club llevar a cabo una revolución necesaria en el equipo, con la tranquilidad que otorga un título importante en la retina.
Por su parte el Real Madrid espera poder levantar “la decima”, trofeo omnipresente temporada tras temporada, sin importarle para nada quien se alza con la liga, puesto que tanto culés como colchoneros levantaran ampollas entre la afición madridista, si esta no puede celebrar el título de Champions.Y por último es el Atlético de Madrid el que más posibilidades tiene de llevarse una alegría esta campaña. Solo 180 minutos separan a los hombres de Simeone de saber si su temporada es notable, excelente o de matrícula de honor. La puntuación que reciban los rojiblancos no debería estar influenciada por los títulos que acaben sumando, puesto que el año de los atléticos es de diez pase lo que pase en sendas finales, no obstante y como bien se suele decir “nadie se acuerda de los finalistas sino de los campeones”. Si los colchoneros visitan Neptuno con Liga y Champions el regodeo ante la afición blanca será antológico, de aquellos que perdurará por los años de los años, si el Atlético pierde la Liga y se lleva la Champions ídem de ídem, y si los de Simeone claudican en Lisboa pero logran puntuar en el Camp Nou, Madrid será una fiesta porque sus dos equipos habrán firmado una temporada triunfal. El escenario del que no quieren oír ni hablar en el Vicente Calderón es del trágico, del que puede herir de muerte al equipo en caso de que después de remar en grupo durante todo el año, naufraguen a escasos metros de la orilla sucumbiendo en Barcelona y en Lisboa, un final tan doloroso como injusto.
En cualquier caso y pase lo que pase, el final agónico de los tres conjuntos será la característica común, equipos que a cada minuto que pasa evidencian su deseo de que esto acabe, su deseo de que su sufrimiento no haya caído en saco roto después de un final de temporada de los que no se recuerdan, donde los tres aspirantes han sido incapaces de sumar más de dos puntos en sus dos últimos encuentros, tres en el caso del Madrid, un final agónico que esperemos pueda tener doble celebración en clave azulgrana, en breve por méritos propios y en un par de semanas por justicia divina.
