Han pasado cerca de diez meses, desde que el club decidiera contratar los servicios de Gerardo “El Tata” Martino. Pasado este tiempo, todo parece indicar que el técnico argentino no continuará al frente de la nave azulgrana al concluir esta temporada, campaña en la que a falta de desvelar el desenlace de la misma, el equipo ha decepcionado al aficionado en un lamentable tramo final. A la espera de que el club haga oficial el nombre del nuevo técnico, todo apunta a que será Luis Enrique el encargado de llevar a cabo una revolución en el vestuario culé, la cual pueda devolver el alma a un equipo que parece haber perdido su identidad propia.
Cuando la cruel enfermedad de Tito Vilanova, lo obligó a abandonar la disciplina del FC Barcelona, rapidamente saltaron a la palestra los nombres del asturiano y del Tata como recambios de emergencia. Poniendo en una balanza las características de ambos técnicos no había discusión alguna, Luis Enrique parecía a primera vista la decisión cuerda, lógica y a la que prácticamente nadie se hubiera opuesto. Tanto “Lucho” como Martino tenían poca experiencia al frente de equipos de primer nivel, lo cual podía nivelar el duelo entre ambos entrenadores para hacer meritos a la vacante en Can Barça. Sin embargo ante el nulo conocimiento del argentino sobre la filosofía azulgrana y del club en cuestíon, Luis Enrique sí podía aportar en su currículum nueve años defendiendo la camiseta del FC Barcelona como jugador, y una magnífica tarea como técnico, sellando un ascenso con el filial a segunda A y la mejor clasificación de la historia del mismo con un meritorio tercer lugar en la división de plata. Además de su buen hacer con las jóvenes promesas del club, el asturiano demostró tener carácter suficiente como para lidiar con un vestuario repleto de estrellas, algo parecido a lo que ocurrió con Guardiola, y que al de Santpedor le otorgó el billete para poner en orden un vestuario rebosante de egos, tras una temporada en tercera. Hace diez meses, para Rosell y compañía no fueron suficientes los mismos méritos que años antes llevaron a un aprendiz como Pep a iniciar la edad de oro del barcelonismo, quizás porque significaría emular las acciones de su archienemigo Joan Laporta, algo totalmente inaceptable aunque pudiera favorecer al éxito del club.
La no contratación de Luis Enrique la temporada pasada, también puede tener su base en el vestuario culé, a cuyos altos mandos se les consultó a la hora de tomar una decisión. Una plantilla acomodada y falta de apetito lo tuvo claro, el riesgo de que un técnico aficionado a las carreras extremas por el desierto, triatlones y demás exigencias físicas los torturara con trabajo especifico y con maratonianas sesiones de entrenamiento, no era plato de buen gusto para ninguno de ellos.
Así que Martino fue el elegido, Rosell presentó orgulloso su apuesta personal que se alejaba de cualquier paralelismo con el odiado anterior presidente y los jugadores podían disfrutar de la mansa dirección de un entrenador novato en las altas esferas y de carácter amigable, todos contentos, incluidos Atlético y Real Madrid, que han sido los encargados de alejarnos de los dos títulos disputados hasta el momento, con sendas demostraciones azulgranas de falta de todo.
A falta de que alguien decida llevarse esta Liga sin dueño, la temporada en Can Barça ha sido para olvidar, o mejor dicho para recordar, para tener muy presente las cosas que hay que pulir y que no se pueden tolerar, como dejar que Messi modificara la preparación que le ha permitido mantenerse ajeno a las lesiones durante cinco años, o como permitirse el lujo de caer derrotados por rivales inferiores solo por el mero hecho de ser superados en intensidad y ganas.
Luis Enrique será entrenador azulgrana la temporada 2014/15. Nadie sabe si es la decisión acertada o no, pero sí es la lógica. Si la apuesta por el asturiano sale mal, habrá que seguir buscando al capitán que logre enderezar el rumbo de esta nave, pero si sale bien, la sensación que quedará una vez más será la de que esta junta habrá vuelto a cometer una negligencia, un grave error que de no ser por la presencia de un sobresaliente Atlético de Madrid todavía puede acabar en un doloroso triplete blanco con “decima” incluida, con la sensación de que si Rosell y su junta hubieran utilizado su “seny i cordura”, a lo mejor todo esto se hubiera podido evitar.
