El año pasado el espectacular rendimiento de Isco a las órdenes de Pellegrini en el Málaga y con la camiseta de la selección en el Europeo sub-21 le situaron como el mejor centrocampista joven de Europa, el heredero de los "bajitos" jugones de la Roja y uno de los señalados para asegurar el relevo generacional en la absoluta;uno de los guardianes del tesoro. Florentino Pérez se gastó un pastón para evitar que el entrenador chileno se lo llevara al City y el chaval cayó de pie en un club tan complicado y exigente como el Madrid.
El malagueño tardó un segundo en meterse al Bernabéu en el bolsillo tirando de talento y clase. Ancelotti había encontrado antes de lo previsto y sin demasiados traumas al recambio de Ozil, mientras seguía buscando el esquema perfecto para el Madrid que dibujó en pretemporada. Con la llegada de Bale y las rajadas de Di María, Isco ha perdido sitio en el equipo y no se parece al futbolista estelar que apareció en el primer mes de competición. Es cierto que en los últimos partidos en los que ha salido de titular da la sensación de haber tenido un bajón en el rendimiento, pero también es verdad que desde el inicio de la campaña había cierto "tufillo" de que el entrenador estaba esperando un mínimo despiste del chico para sacarle del once.
Con el 4-3-3 que parece haber elegido Carletto para el equipo de manera definitiva, la posición de mediapunta prácticamente desaparece y el futuro de Isco para entrar en el once con regularidad se complica. El entrenador vuelve a tirar de la famosa excusa del "equilibrio" para justificar la presencia de Di María fuera de su posición natural y haciendo muchos kilómetros por el medio. Hay que reconocer que el experimento no le ha salido de momento mal al entrenador en partidos de exigencia menor, pero creo que cuando los choques necesiten de pausa y más calidad en el medio al argentino se le verán las carencias en una posición que no es la suya. Por mucha voluntad que le ponga...
Seguramente Isco tendrá que trabajar más el aspecto físico y la regularidad en los partidos, pero su progresión será más complicada si nota que no tiene la confianza plena de su jefe. Para Ancelotti ha sido más sencillo sacrificar a un chico joven que no mete ruido que a otros que ponen caritas y le pueden complicar la vida en la caseta. Y eso no es justo porque estamos hablando de un futbolista de categoría superior. Un jugador para ser una referencia en el club durante la próxima década, un patrimonio claro de la institución. Y con futbolistas así hay que ser exigente, pero también justo, valiente y decidido. Ancelotti ha optado por el camino fácil del equilibrio y de poner a los que rajan, pero con Isco está dejando en el banquillo al mejor centrocampista joven de Europa, a uno de esos futbolistas que deciden partidos por su calidad, no por los kilómetros recorridos sobre el césped. Y si no juega su progresión se ralentiza y su confianza se resiente.