Escribir para polemizar es algo lícito, tanto como escribir por pasión, sentimiento o devoción. Creo que es de justicia, ahora que acaba la semana Champions, dedicarle a José Miguel González Martín del Campo, mi admirado "Michel", unas líneas para remarcar la gesta que supone su presencia en el banquillo de Olympiakos y la casi asegurada clasificación para los cuartos de final de la mejor competición del mundo.
Es cierto que el rival, el Manchester United, ya no es lo que era y está más cerca de la vulgaridad que de la excelencia de antaño. Michel es en el fondo un expatriado de lujo que vive fuera a la espera de que llegue su momento en el Real Madrid. Tiene cierto aire a Billy Murray en la elogiada “Lost in Translation”, de Sofía Coppola. Puedo asegurar que es un hombre con pasado, presente y sobre todo con futuro, que emigró para volver con fortuna. Han pasado veinticuatro años desde aquel grito desgarrador en Italia, ¡Me lo merezco!, frente a Corea. Todos hemos sido un poco como Michel en nuestras vidas profesionales y compadezco al que nunca tuvo la oportunidad de explotar. Quién no ha gritado nunca ¡Me lo merezco! es un pusilánime, un cobarde, desdichado, lánguido y pendejo. Los seres humanos, desde que esto, llamado vida, existe hemos necesitado una Corea para reivindicar nuestra autoestima como hizo Michel aquel 17 de junio, en Udine.
Hay que enloquecer, correr la banda, la acera de la calle o la cornisa del edificio y gritar ¡Me lo merezco!, ¡Me lo merezco! Detesto a la gente misteriosa que esconde sus emociones, que son incapaces de reivindicar sus hazañas por pequeñas que sean. "Michel" es un ejemplo de autoestima, por eso y más cosas le admiro. El “Buitre” se llevó la fama, Sanchis los elogios y la capitanía, Martin Vázquez puso la clase, Pardeza la ratonería y Miguel el sufrimiento y la angustia. Todos de la misma quinta, la más gloriosa de los 90, la más admirada del madridismo y la más frustrada de Europa, aunque en España fueran los “putos amos”. Luego llegó el micrófono, la radio y la televisión, los comentarios, el banquillo del Rayo, el del Castilla, brilló en Getafe y en Sevilla, para expatriarse en la Atenas de los Dioses. Ya tiene la Supercopa y la Copa griega, ahora se va a llevar la Liga y pronto volverá a Madrid para ser el Guardiola de Concha Espina. Bueno, lo de pronto es una licencia mía. Se lo he dicho a su amigo Juan Carlos Rivero, el de la tele: “Pregúntale a Michel, si lo que está haciendo hoy le acerca al lugar en que quiere estar mañana”.
Si tienes la oportunidad grita conmigo “¡Me lo merezco!
