Un Barça irreconocible se deja el liderato y el orgullo en el campo de la Real Sociedad (3-1) | El Tata Martino fue expulsado en el túnel de vestuarios a la media parte
El Barça quedó atrapado en su peor pesadilla. Martino se equivocó con su planteamiento, Song no funcionó como pivote defensivo, tampoco Busquets de interior y al conjunto le faltó actitud. Los azulgranas fueron superados por sus miedos más profundos. ¿Qué ha pasado para que en cuatro días un equipo haya cambiado tanto? La buena actuación ante el Manchester City dio nuevos bríos al barcelonismo. La contundente derrota ante la Real Sociedad (3-1) ha devuelto las dudas, las que acecharon tras las debacles frente al Ajax o el Valencia. Descentrados, desvirtuados, frágiles, los chicos del Tata se dejaron el liderato en la dura Anoeta, donde no han ganado desde 2007.
Pero no es la derrota lo que duele en las entrañas azulgranas. Son las formas. La incapacidad del equipo para controlar el encuentro, la debilidad mental del grupo, la inconsistencia defensiva, el ataque inoperante. La Real le dio un importante varapalo al Barça, le desarmó, le impuso su juego y le dejó sin respuestas.
El cuadro dirigido por Jagoba Arrasate venció por intensidad, por personalidad, por actitud, por esquema, por fútbol. Al joven técnico txuri urdin se le acusó de defensivo en los duelos con los azulgrana en la Copa del Rey y no se amilanó. Siguió fiel a su idea. Se blindó con Elustondo, Markel y Zurutuza en el medio campo y jugó sin delantero centro, con Vela y Griezmann buscando los contragolpes. Y mientras la Real cerraba todos los espacios por dentro, el Barça se descosía.
Que Xavi y Cesc se quedara en el banquillo fue una sorpresa. Que Song actuara de pivote -y muchas veces de tercer central- y Busquets de interior, otra. La apuesta de Martino no funcionó. No sólo por esa dupla defensiva en el mediocampo. El técnico argentino había anunciado menos rotaciones, aunque salió en Anoeta con un once con hasta seis novedades respecto al que jugó en el Etihad Stadium.
No fue el cambio de cromos lo que desvirtuó al Barça, fue la apuesta por la velocidad. Martino señalaba, con su equipo titular, que la idea era atacar rápido, con transiciones veloces y profundidad a una Real Sociedad muy bien armada atrás. Se olvidó el técnico argentino de la suma de centrocampistas que tan bien había funcionado en los últimos duelos. Y cuando él y sus ayudantes se dieron cuenta, ya era demasiado tarde.
Cesc no entró al campo hasta el minuto 61, cuando sus compañeros estaban hundidos después de encajar el 3-1. Fue Alex Song, con un gol en propia puerta, el que abrió el marcador en el primer tiempo. El Barça no había comenzado mal, aunque cedió rápidamente la iniciativa a una Real que presionaba para complicar la salida de los jugadores azulgrana desde atrás.
Busquets e Iniesta pasaban desapercibidos en la organización y su equipo no tenía ningún control. Hasta 111 pases malos dieron los futbolistas del Barça durante el partido. Aún así, el gol de Messi pareció arreglar el desaguisado. Pero no era más que un espejismo, una ilusión que engañó a los visitantes, que les mantuvo enrocados en la idea inicial y que les quitó margen de reacción.
Martino estaba nervioso y en el descanso, alcanzado ya el túnel de vestuarios, desató su ira contra el segundo entrenador de la Real, José María Lumbreras, y fue expulsado. La dirección pasó a manos de Jorge Pautasso mientras el Tata se sentaba en el palco junto al preparador físico Elvio Paolorosso y a escasos metros de Andoni Zubizarreta.
Abajo, en el campo, continuaba la pesadilla porque nadie cambió nada. En cinco minutos, dos goles más de la Real Sociedad que sentenciaron el choque. Un contragolpe lanzado por Bravo acabó, en tres toques en el gol de Griezmann, previo error de Bartra en el despeje y sus compañeros de zaga. Poco después, el galo lanzó un pase excelente por encima de una defensa totalmente desorganizada y anotó Zurutuza apareciendo desde atrás.
Y podría haber sido peor para los azulgrana si Vela, con el Barça naufragando ya completamente, hubiera afinado un poco su puntería en un disparo que mandó a la base del palo. El Barça jugaba entonces con un esquema 3-4-3 que tampoco resultó fructífero. Los jugadores no estaban ya en el partido, se habían desinhibido, habían renunciado a sacar ni tan siquiera el orgullo de campeón, a competir hasta el final.
El Barça salió a protegerse, renunció a someter a la Real Sociedad con el balón y acabó el partido en desbandada mientras Xavi observaba, entre triste y enfadado, desde la banda, lugar en el que se pasó 20 minutos calentando para nada. No salió él ni nadie más, aunque Pautasso no agotó los tres cambios. Pesó más la voluntad de preservar al jugador que controla la piedra filosofal.
