Era el minuto 72 de partido y Alemania, esa vieja campeona que muere matando, se resistía a dejar el baile mundialista de España. Sacó un córner Xavi Hernández. Xavi sabía el sitio, el lugar y la hora. Y lanzó la pelota. Allí esperaba Carles Puyol, que parecía sujeto a una nube, para clavarla junto al palo derecho del arquero Neuer. Ese gol pasará a la historia de los goles de España.
- "Puyi me dijo: si me la pones en el punto de penalti, yo, que vengo en carrera, le hacemos daño. Seguro", manifestó Xavi.
- "Yo tenía mucho campo para coger impulso y poder rematar; confiaba en que Xavi me hubiese visto y que la pusiera bien", aseguró Carles.
Y Xavi puso la pelota en el sitio marcado con una precisión relojera: “Cuando toco el balón, tuve esa sensación… Y dije, es que va, y va donde yo quería. Y cuando la vi salir y vi a Puyi, dije gol. Y fue gol, jajaja”.
Gerard Piqué, amigo, compañero y hermano del Barcelona y de la Selección, lo jura: “Yo iba a rematar, pero es que en ese momento me pasó un avión”.
Vicente Del Bosque, el seleccionador, sonríe con ese detalle que huele a gloria: “Xavi Hernández puso la bota casi en la cabeza de Puyol. Se la puso donde quiso”.
Puyol se va, lo dijo el martes, deja el Barça y puede que cuelgue las botas. Su físico, lleno de cicatrices, como un viejo torero, ha encendido la luz roja. El inmenso corazón de Puyi abrió los candados y dejó paso a una sensatez abrumadora. El futbolista, siempre generoso, no cumplirá su contrato que finalizaba en junio de 2016. En números puede sonrojar: dejará de ganar más de diez millones de euros. El propio Andoni Zubizarreta, director deportivo del Barcelona, desveló que Puyol le ha instado a fichar un central “lo más rápidamente posible”. Se va un tipo que a todos cae bien, un futbolista que ha marcado con fuego la historia del fútbol del Barça y de la Selección.
Puyol no tiene en sus entrañas una caja registradora y sí un manantial de buenas energías. Del mismo pueblo que Miki Roqué, el jugador del Betis al que un cáncer brutal le minó el alma, Puyol hizo lo humanamente imposible para que su paisano y amigo se agarrase a la vida. Sufragó las costosísimas operaciones que realizó con Miki un cirujano húngaro, que viajó especialmente a Barcelona. Cada día, Miki recibía gramos de aliento amistoso de Puyi y cuando falleció, el primer hombro que portó su féretro fue el suyo.
Azulgrana hasta la médula, jamás percibió hostilidad cuando aterrizó en Madrid y sí toneladas de respeto. Porque Carles Puyol siempre fue un adversario pero nunca un enemigo.
A tres meses del final del curso futbolístico, Puyol dice que dejará el Barça y nadie, ni los más crédulos, ve al cinco de la selección y del Barcelona lucir otra camiseta que no sea azulgrana. Se irá, descansará y luego será el fútbol el que diga. O el corazón de Puyi.
Nadie mejor que Piqué, su compañero y amigo, para definir a este majestuoso futbolista: “Ha sido mi ángel de la guarda”. El líbero internacional le dedicó una emocionada carta en su cuenta de Facebook. El último párrafo es ilustrativo: “Quiero que sepas que echaré de menos nuestras charlas en el vestuario, tus consejos y, sobre todo, tus 'broncas' sobre el terreno de juego. Eres único e irrepetible. Me hace mucha gracia cuando hablan de fichar al 'nuevo Puyol'. Que sigan buscando, porque nunca lo encontrarán”.
