La actitud estratégicamente victimista que transmite el 'Cholo' Simeone cada vez que habla es similar a la que la afición del Espanyol tenía antes del derbi de Cornellà-El Prat. Nada que perder y mucho que ganar ante un rival mucho más poderoso. Actitud apriorística que, para nada, se corresponde con la realidad, puesto que el Espanyol, como comprobamos ayer, siempre le complica la vida al Barça y el Atlético, a los hechos me remito, no solo es el líder de Primera por méritos propios, sino que depende de sí mismo para ganar la Liga 18 años después. Fomentar la sensación de inferioridad para estimular a un grupo no es nada nuevo, pero Simeone se ha destapado como un auténtico maestro del imposibilismo posible. El aceite de su sartén continúa ardiendo y los jugadores no se han quemado. Vendrán a ganar la Liga al Camp Nou en la última jornada y, el martes, a jugarse los cuartos de la Champions. Algo están haciendo muy bien.
Sospecho que el secreto, aparte del fenomenal Diego Costa, es jugar cada partido como si fuera el último. Ahora es fácil porque la zanahoria de hacer historia mueve las piernas de los futbolistas, pero el mérito del 'Cholo' es haber convertido al Atlético en un equipo extremadamente competitivo desde el primer día. Ayer, con toda la presión, ganaron justamente en San Mamés. Y Simeone volvió a autodescartarse después apelando a su famoso mandamiento 'cholista' del "partido a partido". Hace bien Martino de desconfiar del Atlético. Los equipos que achican espacios, muerden y regalan las bandas no se le dan bien al Barça. Lo vimos ayer mismo. Ya lo había advertido el Tata en la previa, el Espanyol fue una especie de mini-Atlético que intentó anular el potencial del Barça con las mismas armas que los colchoneros. Es decir, con fútbol vertical y con grandes dosis de intensidad y agresividad. Por suerte, Pizzi no es Diego Costa. Y ojo, el Atlético de la Champions será el Espanyol multiplicado por 100.
Lo que ocurre es que el Barça parece preparado después de haber logrado lo más difícil: invertir la tendencia. Después de caer en Valladolid hace 3 semanas, el equipo ha resucitado de la mano de Messi ganando y convenciendo en los 5 últimos partidos. Quizá el más flojete fue el de ayer, pero en este momento, hasta jugando un partido discreto, el Barça es capaz de ganar. La dinámica es otra. Se percibe. Quedan 11, 13 ó 14 finales y ahora sí, el equipo del Tata genera la confianza que no había generado hasta tocar fondo en el Nuevo Zorrilla. Ha cambiado tanto el panorama tras ganar en el Bernabéu, que hasta hemos esquivado la depresión tras la lesión de Valdés.
