Después de “Tataclismo” de Granada ya nada será igual, el argentino del banquillo se lleva todo los palos, es una buena bolsa de boxeo al que todos quieren y pueden golpear. Hacer autocrítica es imposible en Can Barça. De la euforia del pasado a la frustración del presente hay un camino que se ha recorrido y que es necesario analizar. Ya puede el barcelonismo buscar coartadas para explicar sus cinco derrotas en Liga esta temporada. Esa no fue nunca la política de Guardiola. Nada justifica este final inanimado, e irreconocible del Barcelona actual. Abrir el campo para buscar centros al área y que remate un tipo de apenas mide ciento sesenta y nueve centímetros (Messi), es reconocer que el caos destruyó el sistema de la supervivencia y la supremacía de antaño. Hemos pasado de una plantilla que admiraba al entrenador (Guardiola) a un entrenador (Martino) que admira a una plantilla.
Solo la desidia y el cansancio mental, también el desconcierto justifica las actuaciones del Barça desde principios de año. Es un equipo inanimado, contemplativo e irreconocible. Nadie sabe a qué juega. El invencible Barça, el dueño del futbol mundial, aquel que fue capaz de impedir el triunfo de Mourinho en el fútbol español y le obligó a salir por la puerta falsa es ahora un equipo a la deriva, sin rumbo, ni líder al que seguir. Un conjunto desnortado y a merced de las circunstancias. Es tan triste la situación para los jugadores que ni tan siquiera pueden recurrir a la persecución arbitral, más bien fue el beneplácito de algunos colegiados lo que les permitió tener oxigeno varias semanas.
Ni ganar la Copa del Rey, al eterno rival, le salva la temporada. Es el tercer premio por orden de importancia, un título de complemento o el amarre que en el pasado le permitía agarrase para evitar el naufragio de la temporada. Al Barça no le sirve la Copa para plantearse el futuro, no la va a despreciar, pero necesita reconstruir el equipo y buscar un nuevo capitán para evitar el “cambio de ciclo”. Es momento de tomar decisiones de futuro y hay que sacar el bisturí. El grupo necesita aire fresco y también desprenderse de algunos miembros que son un lastre para refundar una idea. Las ruedas de prensa de Martino tienen ahora, recordando alguna de ellas, más sentido que el día de la comparecencia. Antes de jugar frente al Betis dijo “Ya no me sorprendo, sólo compruebo cada mañana cuando me despierto si respiro”. Así ha vivido el Tata esta temporada, con la bombona puesta junto al banquillo respirando aire con máscara. No pensó jamás que cuando aterrizó en Barcelona pudieran sucederle tantas y tantas cosas como ha tenido que vivir. Él tiene su parte de culpa, pero no es el culpable. Es la suma de los errores de los miembros lo que define la situación actual.
Una institución que ha presumido de una idea, de un método y de un proyecto, necesita algo más que los goles de Messi desde el punto de penalti. El equipo ha perdido creatividad e innovación, se ha entregado a la rutina y a la inercia. Solo le presencia de Neymar, que no su acierto, representan un cambio. El equipo ha perdido la tensión y ha dejado de causar admiración. Todos recurren al pasado, que ahora es presente en Munich. Guardiola se fue porque ya no podía mandar en el vestuario, por tanto no va tan desencaminado Cruyff cuando habla de desgobierno Para el Barcelona la temporada terminó en Granada y unos días antes en el Calderón. Para Messi es posible que la Copa del Mundo ya haya empezado.
