Habían estado viendo el partido del Atleti ante el Getafe. Su hijo, Jordi, con apenas 10 años se distraía con su Ipad para niños, y de vez en cuando le preguntaba alguna palabra de un juego infantil y Ricardo le contestaba sin prestar demasiada atención.
Gritó con el gol de Godín, casi tanto como se enfadó el día anterior ante el fallo de Song y el gol del Granada que enterró sus opciones (aunque no matemáticamente) en la liga, en la misma semana en la que otro fallo defensivo, esta vez en Champions, les había apartado de la máxima competición europea.
Dio otro salto de alegría con el gol de Costa (primero se puso nervioso tras el fallo en el penalti) y su rostro fue de preocupación con la aparente lesión del hispano brasileño.
Al acabar el partido acompañó a Jordi a su dormitorio. Rezó con él (la verdad es que eran los únicos momentos en los que aún rezaba) y el niño, con esa mirada limpia de los niños fijó sus ojos en él y le soltó a bocajarro:
- Papá,¿ por qué ahora somos del Atleti?
La pregunta le hizo sonreír. Acarició sus cabellos rizados, y le dio un beso sorprendido ante la ocurrencia.
En ese momento cayó en la cuenta de que su hijo había visto ganar siempre al Barça (o casi siempre), que su hijo había empezado a ver los partidos en Canal Plus en la mejor época culé, cuando lo ganaba casi todo.
La época de Guardiola, la liga de Tito, las 2 champions casi seguidas.
La pregunta le dibujó una mueca en el rostro. Al volver al salón su mujer le dio un abrazo y se recostó sobre sus piernas. Se lo contó: ¿sabes lo que me ha preguntado Jordi?
Y ya que no podía explicarselo a su hijo, se dedicó a pensar en ello.
Como si hubieran vuelto atrás 30 años en el tiempo, cuando él era un niño. Cuando, hasta la llegada de Cruyff ganaban una liga cada 12 años, cuando se conformaban con ganar alguna Copa del Rey (con las del Generalísimo Ricardo era demasiado pequeño para tener un recuerdo diferente a lo que le había contado su padre) y se limitaban a desear que sus rivales no ganaran.
Se quedó pensando en cómo habían destrozado esta plantilla. Cómo habían dilapidado la herencia de aquel Barça que arrasaba, que ganaba siempre. Y cómo podían llegar a la fase final de una temporada con un portero de 40 años, una defensa de chiste formada por Busquets y Mascherano, como habían consentido que Messi estuviera como estaba. ¿ Cómo habían permitido que se marchara uno de los mejores jugadores de la plantilla al Bayern?
En la televisión aparecía el rostro de Zubizarreta. Subió la voz y aún se indignó más.
Se sentía orgulloso de la planificación deportiva, de no tener delantero centro "porque no lo necesitamos" de no haber fichado ningún central y acababa indicando que los problemas de ahora venían porque Messi "nos había malacostumbrado".
Apagó la televisión. Tanta tontería junta no era soportable. ¿Malacostumbrados?
Se preguntó cómo esta directiva había sido capaz de permanecer callada ante los insultos de toda una mafia periodística, cómo habían dejado que la plantilla se hiciera vieja sin poner remedio, sin traer a nadie que les diera el relevo, cómo habían aceptado que todo dependiera de 15 jugadores y que el resto fueran rellenos sin demasiado nivel para ponérselo complicado a las vacas sagradas.
Problemas con Messi, problemas con Hacienda, problemas con la FIFA (incluso era posible que no pudieran fichar tampoco esta temporada por errores en el fichaje de jóvenes promesas), problemas con la fiscalía (que envalentonada por el silencio de la directiva apretaba desde los poderes del Estado), y problemas alrededor que no habían sabido evitar.
Un director técnico inane, al servicio de una directiva más pendiente de las obras faraónicas que del día a día, una plantilla desilusionada y una afición triste, más preocupada de que el eterno rival no ganara que esperanzada en ganar algo.
Su mujer le sonreía con esa mirada burlona, que él tanto conocía, con las cejas arqueadas, como si en realidad el tema apenas le importara. Y dejó caer la pregunta, cargada de ironía:
-Pero, entonces, ¿nos hacemos del Atleti?
Ricardo sonrió : -Sí, del Atleti..... y del Bayern.
Gritó con el gol de Godín, casi tanto como se enfadó el día anterior ante el fallo de Song y el gol del Granada que enterró sus opciones (aunque no matemáticamente) en la liga, en la misma semana en la que otro fallo defensivo, esta vez en Champions, les había apartado de la máxima competición europea.
Dio otro salto de alegría con el gol de Costa (primero se puso nervioso tras el fallo en el penalti) y su rostro fue de preocupación con la aparente lesión del hispano brasileño.
Al acabar el partido acompañó a Jordi a su dormitorio. Rezó con él (la verdad es que eran los únicos momentos en los que aún rezaba) y el niño, con esa mirada limpia de los niños fijó sus ojos en él y le soltó a bocajarro:
- Papá,¿ por qué ahora somos del Atleti?
La pregunta le hizo sonreír. Acarició sus cabellos rizados, y le dio un beso sorprendido ante la ocurrencia.
En ese momento cayó en la cuenta de que su hijo había visto ganar siempre al Barça (o casi siempre), que su hijo había empezado a ver los partidos en Canal Plus en la mejor época culé, cuando lo ganaba casi todo.
La época de Guardiola, la liga de Tito, las 2 champions casi seguidas.
La pregunta le dibujó una mueca en el rostro. Al volver al salón su mujer le dio un abrazo y se recostó sobre sus piernas. Se lo contó: ¿sabes lo que me ha preguntado Jordi?
Y ya que no podía explicarselo a su hijo, se dedicó a pensar en ello.
Como si hubieran vuelto atrás 30 años en el tiempo, cuando él era un niño. Cuando, hasta la llegada de Cruyff ganaban una liga cada 12 años, cuando se conformaban con ganar alguna Copa del Rey (con las del Generalísimo Ricardo era demasiado pequeño para tener un recuerdo diferente a lo que le había contado su padre) y se limitaban a desear que sus rivales no ganaran.
Se quedó pensando en cómo habían destrozado esta plantilla. Cómo habían dilapidado la herencia de aquel Barça que arrasaba, que ganaba siempre. Y cómo podían llegar a la fase final de una temporada con un portero de 40 años, una defensa de chiste formada por Busquets y Mascherano, como habían consentido que Messi estuviera como estaba. ¿ Cómo habían permitido que se marchara uno de los mejores jugadores de la plantilla al Bayern?
En la televisión aparecía el rostro de Zubizarreta. Subió la voz y aún se indignó más.
Se sentía orgulloso de la planificación deportiva, de no tener delantero centro "porque no lo necesitamos" de no haber fichado ningún central y acababa indicando que los problemas de ahora venían porque Messi "nos había malacostumbrado".
Apagó la televisión. Tanta tontería junta no era soportable. ¿Malacostumbrados?
Se preguntó cómo esta directiva había sido capaz de permanecer callada ante los insultos de toda una mafia periodística, cómo habían dejado que la plantilla se hiciera vieja sin poner remedio, sin traer a nadie que les diera el relevo, cómo habían aceptado que todo dependiera de 15 jugadores y que el resto fueran rellenos sin demasiado nivel para ponérselo complicado a las vacas sagradas.
Problemas con Messi, problemas con Hacienda, problemas con la FIFA (incluso era posible que no pudieran fichar tampoco esta temporada por errores en el fichaje de jóvenes promesas), problemas con la fiscalía (que envalentonada por el silencio de la directiva apretaba desde los poderes del Estado), y problemas alrededor que no habían sabido evitar.
Un director técnico inane, al servicio de una directiva más pendiente de las obras faraónicas que del día a día, una plantilla desilusionada y una afición triste, más preocupada de que el eterno rival no ganara que esperanzada en ganar algo.
Su mujer le sonreía con esa mirada burlona, que él tanto conocía, con las cejas arqueadas, como si en realidad el tema apenas le importara. Y dejó caer la pregunta, cargada de ironía:
-Pero, entonces, ¿nos hacemos del Atleti?
Ricardo sonrió : -Sí, del Atleti..... y del Bayern.
