Guardiola inventó la figura del falso nueve y Cesc compró todos los números para ser el afortunado. El Barcelona ha vivido de ese nuevo concepto, aunque seguro que alguien lo inventó antes pero no tuvo tanta notoriedad, durante los últimos cinco años. Ayer, cuando por fin el Tata se decidió por fin (le cuesta la vida) a hacer un cambio, Alexis por Cesc, el Barcelona recuperó al nueve de toda la vida y su posición de ataque le permitió más opciones y dinamizó su juego. El Barça de la Champions se pareció un poco al de Guardiola y fue más por la presión y el robo que por capacidad de remate. En el Camp Nou hubo carreras, desbordes, ataques y contraataques, dos grandes goles (el de Diego espectacular), lucha, pasión desbordante y voluntad de vencer aunque solo fueran los primeros 90 minutos de una larga final. Para ambos equipos este enfrentamiento es una final, el que pierde se queda fuera de la Champions y eso si es un fracaso como reconoció Martino, al menos para el Barça.
Hay adjetivos que valen para todos los grandes partidos: emocionante, divertido, intenso, variable y eléctrico. Mientras Costa tuvo las dos piernas sanas el Atleti fue un peligro, incluso hasta el desahuciado Villa con dos oportunidades que desperdició. En el Barça la presencia de Iniesta hace que uno disfrute con el fútbol y espera a Messi para que acabe lo que el manchego crea. A Leo ayer no se le pueden poner adjetivos: decisivo, definitivo, rotundo, inapelable. Enjaular a Messi es la tesis que aportó Mourinho al fútbol español y que luego otros compañeros de banquillo han puesto en práctica. Simeone, especialista en el posicionamiento de sus espartanos es uno de ellos. El lado izquierdo de los azulgranas empieza a tener más peso que el derecho y la razón es Iniesta y su guardaespaldas, Jordi Alba. La ausencia de Pedro y el descontrol de Alves hacen que la diestra del Barça sea una fiesta en todos los sentidos, tanto hacia delante, como hacia atrás (Di Maria supo explotarla con efectividad en el clásico).
El Barça, aunque parezca lo contrario, ha dejado su liturgia de juego de posición (a veces también posesión) para convertirse en un equipo que hace jugadas sueltas y aprovecha los huecos para que sus jugadores tira líneas, dejen solo al compañero Neymar para marcar el gol. También espera que Messi resuelva con su capacidad innata para desbordar o sorprender, aunque ayer no lo hizo. Es como el huevo y la gallina. No se sabe si el equipo ha abandonado a Messi o ha sido el argentino el que ha decidido jugar en solitario y mezclar asistencias con goles en función de su posición más retrasada. Parece que Leo juega cuando le apetece e incluso, si no estás en el campo, tienes la sensación de que juega andando. La ventaja azulgrana para el partido de vuelta no es la posible ausencia de Diego Costa, se trata de la convicción azulgrana de que Messi no está dispuesto a quedarse en la cuneta en cuartos y ese hecho diferencial es algo que no tiene ningún otro equipo. Messi aparecerá cuando menos se lo espere el Atlético, aunque siempre podemos aplaudir a Courtois.
