Dos años después Simeone vuelve a contar con el jugador que quería. El canterano Óliver se marcha cedido al Villarreal
Un año y medio después, Simeone volverá a contar con Diego Ribas, el futbolista que con más insistencia ha reclamado ante los dueños del Atlético desde que el mediapunta brasileño abandonara el club en junio de 2012 para regresar al Wolfsburgo, club con el que se ha acordado el traspaso. “Para un entrenador, sabiendo que está bien, cuando está en el campo es una garantía para poder ganar partidos”, le ha descrito Simeone, que nunca ha ocultado que ningún jugador le llenaría tanto como refuerzo de un plantel que se encuentra inmerso en la pelea por los tres títulos que disputa.
La falta de creatividad ha sido el argumento más reiterado por el técnico rojiblanco cuando el equipo se ha metido atrás y no ha logrado estirarse (Villarreal) o cuando los contrarios le han cerrado mucho los espacios (Sevilla) y le han mermado la producción de ocasiones de gol. En este sentido, Simeone piensa que con Diego esos problemas son superables por su buen pie para el último pase, porque le da una circulación de balón más dañina e incluso una posesión de balón más larga cuando sea necesario. El Cholo ve en Diego a un 10 determinante, ya hecho como futbolista, y con la jerarquía y la calidad necesarias para tirar del equipo en las grandes citas que se le avecinan. La llegada de Diego, de alguna manera, rebaja la pérdida de juego ofensivo, además del defensivo, que suponía la ausencia de Filipe Luis durante un mes y medio.
En los seis meses del curso 2011-12 que coincidieron, Simeone transformó a Diego. Le bajó las revoluciones para que no tratara de solucionar el juego de ataque por todo el campo y logró que cumpliera con las obligaciones defensivas. Su brillante actuación en la final de la Liga Europa conquistada al Athletic en Bucarest fue la confirmación de un jugador más colectivo y comprometido.
Es precisamente la falta de compromiso para liderar el proyecto del Wolfsburgo, pese a ser uno de los futbolistas mejor pagados con cinco millones de euros netos al año, lo que ha determinado su salida en este mercado invernal. Hasta Klaus Allofs, su mayor protector, el hombre que le llevó al Werder Bremen hace algo menos de una década y ahora es director deportivo del club de Wolfsburgo, ha tirado la toalla respecto a la posibilidad de ver la mejor versión de Diego. Allofs ha llegado a comentar que, casi 10 años después, sigue viendo a su jugador predilecto como un talento que no acaba de explotar todo el fútbol que lleva dentro. En este año y medio en el Wolfsburgo su rendimiento no ha sido bajo, pero en el club esperaban más de un jugador al que en Alemania tachan de perezoso, muy pendiente de su salario y con poca predisposición a rebajárselo cuando algunos clubes, entre ellos el Atlético, trataron de abordar su fichaje. En el propio club madrileño han llegado a reconocer que si Diego no ha llegado antes, incluido el último verano, ha sido por su negativa a bajar sus emolumentos. La relación de Miguel Ángel Gil con el padre del jugador nunca ha sido buena desde que este le reclamara una comisión, que finalmente fue pagada, cuando se cerró la anterior cesión al club rojiblanco en el verano de 2011.
A primera hora de la tarde el club alemán aceptó el traspaso del jugador por 1,5 millones de euros. A partir del 30 de junio el futbolista queda libre. Para que se produjera la llegada del brasileño y asumir los 2,5 millones de euros de sueldo que percibirá el jugador, ha sido necesario que el mediocentro francés Josuha Guilavogui regrese cedido al Saint Ettiene. La llegada de Diego también ha supuesto la marcha hasta final de temporada de Óliver Torres. El canterano, al que Simeone no ve aún como un futbolista hecho, estará en el Villarreal hasta el 30 de junio.
