El fútbol no entiende de sentimientos y el Barça, sin ánimo, fue a jugar a Villarreal. Donde no llegaba el juego llegó el azar o el destino, como si el partido tuviera que ganarlo el equipo de Tito sí o sí, el balón entro sin querer –por autogol- dos veces en la portería amarilla. Después el empuje de los azulgrana logró que el tercer gol fuera un regalo para enviar hacia el cielo. El partido no debió haberse jugado porque cuando la expedición azulgrana llegó a la estación de Sants para coger el Euromed sólo transmitía tristeza. El director deportivo Andoni Zubizarreta, con crespón negro en su solapa estaba abatido. En la estación de Castellón los aficionados que esperaban a sus ídolos no gritaron enloquecidos sino que aplaudieron para transmitirles ánimo, entre muestras de cariño hacia el ex entrenador en pancartas y fotografías. A su llegada al Madrigal los futbolistas y el cuerpo técnico no pudieron concentrarse y pensar en cómo jugarían, en ese momento se toparon con varios mensajes de recuerdo a Tito Vilanova (descanse en paz, eterno, eres un ejemplo, siempre con nosotros) a su compañero, a su amigo en algunos casos. Jordi Roura, unido a él desde joven, se tapaba el rostro al ver las muestras de apoyo en la grada amarilla para su amigo del alma. El partido no debió haberse disputado porque Busquets y Pedro empezaron a correr a la vez que se secaban las lágrimas, con él pasaron de tercera división a ganarlo absolutamente todo. Porque Cesc y Messi son lo que son en parte gracias a él (también Piqué). El recuerdo del técnico estaba demasiado vivo como para sobreponerse en tan sólo 48 horas a una noticia que dejó al vestuario hundido porque por su forma de ser, por su trato con ellos, Vilanova se hizo querer y mucho.
El barcelonismo se ha volcado durante el fin de semana para despedir a Tito a lo grande, más de 50.000 personas le dedicaron una parte de su tiempo. Este lunes su figura reunió al pasado, presente y futuro del club en la Catedral de Barcelona donde su amigo Roura le recordó de forma brillante: “no eres un hombre normal, vivir en el recuerdo eterno no está al alcance de cualquier persona” y donde sus hijos Adrià y Carlota de tan sólo 16 y 19 años dieron una lección increíble de amor. Como la que le dedicó el miércoles pasado, diada de Sant Jordi, a su mujer Montse con quién quiso salir a pasear, en coche (hace tiempo que andaba con dificultad) en un día especial para las parejas en Cataluña. Adrià, que juega en el juvenil del Barça, aseguró que a partir de ahora será su “ángel de la guarda” y que luchará hasta el final con “seny, pit i collons” esa frase que Tito hizo suya como actitud ante la vida y que acompañará a sus hijos, sus amigos y a la plantilla en adelante.
Como entrenador –tal y como apuntó Guardiola hace un par de días- se comió el mundo. 14 títulos como segundo, la liga de los 100 puntos como primero. El último adiós multitudinario lo recibirá el próximo sábado en el Camp Nou antes del partido frente al Getafe con todos los culés pero tan sólo tres días después de su muerte, ha quedado demostrado que su legado humano está incluso por encima del éxito absoluto que cosechó en el banquillo. Uno de los jugadores que dirigió en el Barça, Seydou Keita, ha dicho que “era demasiado buena persona estando en el mundo del fútbol” en una declaración que en el club aplauden y comparten unánimemente. La bondad no es precisamente un valor al alza en el negocio futbolístico. Tito y su familia puede sentirse orgulloso de ver que con su espíritu y forma de ser ha dejado una profunda huella en todos los que le conocieron y ha logrado que el mundo del fútbol lo recuerde como un ejemplo para siempre.
